• Publicación de la entrada:mayo 2, 2024
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Hispano-filipino,Indo-portugués

Un fascinante capítulo de la historia colonial es el de la creación de redes comerciales entre Europa, Asia y América que jugaron un papel fundamental para la globalización moderna. La era colonial, que abarcó aproximadamente desde el siglo XV hasta el XIX, convirtió el aumento en el comercio global en una forma extraordinaria de generar riqueza y poder. Potencias europeas como España y Portugal establecieron vastos imperios, buscando no solo materias primas, sino también ubicaciones estratégicas para controlar las rutas comerciales y expandir su influencia. Esta expansión no se limitó únicamente al poderío militar; también involucró intercambios culturales y económicos. Un aspecto importante de este intercambio fue el establecimiento de talleres artesanales en sus colonias.

Estos talleres cumplían un doble propósito. Primero, permitían a las potencias europeas aprovechar la artesanía existente y las tradiciones artísticas de sus colonias. Segundo, posibilitaban la producción de bienes de lujo adaptados a los gustos europeos, pero elaborados con materiales y técnicas locales. Esto creó una mezcla única de estilos, y estos talleres se convirtieron en centros vitales de producción para la red comercial global. Reflejaban las sensibilidades artísticas de la época, al tiempo que servían como conductos para el intercambio cultural y la prosperidad económica.

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Lujosa artesanía de lugares exóticos

Los talleres de los imperios español y portugués produjeron una amplia gama de bienes. En Filipinas, por ejemplo, se producían muebles, lacas y textiles, a menudo incorporando motivos y técnicas chinas. En la India, los talleres portugueses eran conocidos por su joyería de oro y piedras preciosas. Pero en ambos imperios, un material destacaba: el marfil. Debido a su rareza y belleza, el marfil era una mercancía muy valorada en Europa. España y Portugal establecieron talleres en ubicaciones clave dentro de sus imperios para aprovechar las poblaciones de elefantes fácilmente disponibles.

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Talleres hispano-filipinos

El marfil utilizado para las esculturas hispano-filipinas a menudo se importaba de tierras lejanas, como la India. Hábiles artesanos del marfil en Filipinas, inicialmente entrenados por artistas chinos, producían estos objetos para exportación a través del Pacífico. Manila, el dinámico centro colonial, sirvió como epicentro de producción.

Desde allí, las esculturas de marfil emprendían viajes peligrosos a través del comercio del galeón de Manila. Estos barcos fuertemente custodiados transportaban no solo marfil, sino también especias, textiles y otras mercancías preciosas, navegando entre Filipinas y Acapulco en la costa occidental de la Nueva España (México moderno), ambos bajo control español. Eventualmente llegaban a la Ciudad de México por tierra, donde eran compradas o transportadas más allá hasta el Puerto de Veracruz (en la costa oriental) y desde allí cruzaban el Atlántico hacia Europa. Al final, estas finas obras de arte habían viajado por tres continentes, demostrando la interconexión global de los siglos XVI y XVII.

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Talleres indo-portugueses

En las colonias portuguesas de la India y Ceilán (ahora Sri Lanka), los artesanos expertos creaban notables esculturas de marfil. Goa, en la costa occidental de la India, se convirtió en el principal centro de producción durante el siglo XVII. Estos talleres producían una variedad de objetos religiosos y seculares. Estatuas que representaban santos cristianos, crucifijos y peines expertamente tallados eran solo algunos de los artículos elaborados a partir de marfil. Los talleres también producían artículos de lujo como cofres y cajas adornadas con imágenes religiosas o escenas de la mitología.

Las figuras de marfil eran luego transportadas a Brasil, donde encontraban nuevos hogares y admiradores. Las rutas comerciales que conectaban la India, Portugal y Brasil facilitaron el movimiento de estos objetos preciosos, enriqueciendo tanto los intercambios culturales como económicos. El Museu Histórico Nacional de Río de Janeiro alberga una colección incomparable de estas exquisitas piezas, mostrando la fusión de las tradiciones artísticas europeas e indias.

Características distintivas

Distinguir el origen de las figuras de marfil antiguas de la era colonial requiere un ojo agudo para el detalle.

Hispano-filipino,Indo-portugués

Las tallas europeas de marfil varían ampliamente según los estilos regionales y los movimientos artísticos. Busca influencias de los períodos gótico, renacentista, barroco o rococó. A menudo muestran un estilo más clásico, con telas fluidas y rasgos idealizados en figuras religiosas, mitología clásica o temas laicos. El nivel de detalle y realismo puede variar significativamente. Los escultores europeos usaban marfil junto con otros materiales como madera, metales y piedras preciosas. Presta atención a la composición general y cualquier adorno adicional que tenga la pieza.

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Las figuras indo-portuguesas podrían incorporar temas religiosos europeos pero mostrar una influencia artística más hindú, con motivos florales y en ocasiones, tonos de piel más oscuros en las figuras. Algunas fueron influenciadas por el arte mogol. Busca patrones florales, delicados trabajos de filigrana y escenas de la vida cortesana. Otro indicio proviene del hecho de que los artesanos de la India sobresalían en la creación de patrones de jali (celosía). Estos diseños calados permitían que la luz pasara, creando un efecto impresionante. La atención a los detalles anatómicos y las poses es una característica distintiva. Las figuras indo-portuguesas también podrían utilizar un marfil ligeramente más amarillento debido a la especie específica de elefante en la región.

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Por otro lado, las piezas hispano-filipinas a veces exhiben un estilo de tallado más similar al arte chino en comparación con sus contrapartes europeas, y podrían representar figuras con rasgos del sudeste asiático o incorporar flora y fauna locales en el diseño. Las figuras hechas en Manila típicamente están talladas en bulto o “rebulto”. A diferencia de las tallas con forma de maniquí destinadas a ser vestidas, las esculturas de bulto presentan detalles completos, incluyendo vestiduras. La devoción a la Inmaculada Concepción era popular en Filipinas, lo que llevó a la creación de muchas imágenes de este tipo. Pon atención a las túnicas elegantemente tendidas, manos en posición de oración y una postura curvada siguiendo la forma del colmillo.

Examinar el estilo artístico, la técnica de tallado y el material puede proporcionar pistas valiosas sobre el origen de una figura, pero es común que sea necesaria la opinión de un profesional capacitado o un análisis en profundidad para obtener una respuesta definitiva.

Un legado en marfil

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Las esculturas de marfil tenían una inmensa importancia en la era colonial. Adornaban capillas privadas y embellecían los hogares de las familias de clase alta. Aunque no se mostraban típicamente en grandes altares de catedrales, estas esculturas eran apreciadas por su artesanía y simbolismo religioso. La curva natural del colmillo de un elefante dictaba la construcción de estas piezas, a veces formando los brazos y el cuerpo de escenas de crucifixión. El poder emocional de estas esculturas resonaba con sus espectadores, trascendiendo fronteras geográficas y reflejando la experiencia humana compartida.

Hoy en día, los marfiles hispano-filipinos e indo-portugueses son posesiones muy valoradas en museos y colecciones privadas de todo el mundo debido a su fusión de influencias culturales, artesanía experta y contexto histórico. Estos finos objetos no solo cuentan la historia del intercambio artístico durante el período colonial, sino que también son un testimonio de los orígenes de las redes comerciales globalizadas que dan forma a nuestro mundo actual. Unen culturas y continentes, ofreciendo una visión de la maestría artística e influencias culturales de la era colonial.

La próxima vez que te encuentres con una figura de marfil tallada ornamentalmente, tómate un momento para considerar su fascinante viaje. Podría ser simplemente un tesoro hispano-filipino o indo-portugués, un testimonio de una época de exploración, fusión artística y comercio global.


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