• Publicación de la entrada:diciembre 5, 2024
  • Tiempo de lectura:5 minutos de lectura

El reciente fallecimiento de la legendaria actriz mexicana Silvia Pinal ha dejado un vacío en el corazón de muchos. Conocida como “La última diva del cine mexicano”, el legado de Pinal es inmenso, pero una de sus posesiones más preciadas fue un retrato pintado por el gran muralista Diego Rivera. Completado en 1956, esta obra captura a Pinal en la cúspide de su carrera, vistiendo un sencillo pero elegante vestido negro. Pero, ¿qué secretos esconde esta obra de arte?

6 datos poco conocidos sobre el retrato de Silvia Pinal pintado por Diego Rivera

Silvia Pinal

La influencia de un arquitecto: Manuel Rosen Morrison, el arquitecto encargado de diseñar la mansión de Pinal, facilitó el encuentro entre Rivera y Pinal. Aunque ella se mostró renuente al principio, Meni Rosen, como lo llamaban sus amigos, la convenció de que ninguna residencia estaría completa sin una obra del famoso muralista.

Un choque de voluntades: Al inicio, Diego Rivera sugirió que Silvia Pinal posara desnuda para su retrato, en línea con su preferencia por capturar la belleza cruda y sin adornos de sus modelos. Sin embargo, Pinal, conocida por su elegancia y determinación, insistió en mantener su dignidad y privacidad. Optó por usar un sencillo pero sofisticado vestido negro. Rivera respetó su decisión, y el retrato resultante destacó la elegancia de Pinal, subrayando su voluntad firme y control sobre su propia imagen.

Un regalo de amor: Rivera pintó el retrato como un obsequio personal para Pinal. Se lo entregó el 3 de noviembre de 1956 para celebrar su reciente cumpleaños número 25, y nunca fue vendido. Su valor actual se estima en aproximadamente 3 millones de dólares, o alrededor de 60 millones de pesos mexicanos. Este precio refleja tanto la estatura de Rivera como uno de los más grandes muralistas de México, como el estatus de Pinal como luminaria de la Época de Oro del Cine Mexicano.

3 retratos en 1: El retrato es considerado una obra maestra “tres en uno”. No solo presenta la figura frontal de Pinal, sino que también incluye su reflejo en un espejo estratégicamente colocado, añadiendo profundidad y dimensión a la obra. El tercer elemento, su sombra, completa sutilmente la tríada, aportando una presencia misteriosa y etérea que enriquece la narrativa. Esta atención al detalle demuestra el genio de Rivera al capturar múltiples perspectivas en un solo marco, creando una obra compleja y cautivadora que envuelve al espectador en sus capas de realidad e ilusión.

El doble del cuadro: A pesar de ocupar un lugar especial en el hogar de Silvia Pinal, el cuadro que los visitantes suelen admirar es en realidad una copia meticulosamente elaborada. El retrato original, con todo su valor histórico y artístico, está resguardado en una bóveda bancaria por motivos de seguridad.

El legado del retrato: Siempre reflexiva sobre su legado y la importancia cultural de sus posesiones más preciadas, Pinal dejó el retrato en herencia a sus tres hijos, Silvia Pasquel, Alejandra Guzmán y Luis Enrique Guzmán, con la condición de que eventualmente encontrara su hogar definitivo en el Museo Diego Rivera de la Ciudad de México. Esta previsión de Pinal subraya su compromiso con el arte y la cultura mexicana, incluso más allá de su vida.

Celebrando el legado de Silvia Pinal

La vida y carrera de Silvia Pinal estuvieron marcadas por su increíble talento y determinación. Su retrato por Diego Rivera es un testimonio de su legado perdurable y del genio artístico de Rivera. Al recordar a Pinal, también celebramos el arte intemporal que continúa inspirando y cautivando.


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