• Publicación de la entrada:septiembre 8, 2024
  • Tiempo de lectura:7 minutos de lectura

¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas esculturas impresionantes del siglo XIX tienen precios tan diferentes? La razón podría ser que están hechas de materiales distintos. En el siglo XIX, tanto el bronce como el antimonio se convirtieron en materiales populares para esculturas. El bronce, una aleación de cobre y estaño, ha sido valorado por su durabilidad, belleza y significado histórico desde la antigüedad. Su rica pátina y su acabado lustroso lo han convertido en una opción favorita de los escultores durante milenios, siendo un símbolo de prestigio y calidad. Por otro lado, el antimonio, una aleación de zinc y plomo, surgió como una alternativa más accesible. Fue ampliamente utilizado en objetos decorativos y esculturas de producción masiva, especialmente durante el período Art Deco.

Guía para diferenciar el bronce del antimonio: Guía para coleccionistas

Entonces, ¿cómo puedes distinguir entre ellos? Vamos a adentrarnos en el mundo del bronce y el antimonio para aprender a diferenciarlos. Aquí tienes algunos consejos:

Peso y densidad: El bronce es significativamente más pesado que el antimonio. Si levantas una escultura y se siente sorprendentemente ligera para su tamaño, podría ser de antimonio.

Prueba magnética: El antimonio es ligeramente magnético, mientras que el bronce no lo es. Sin embargo, esta prueba no siempre es concluyente, ya que algunas aleaciones de bronce pueden contener pequeñas cantidades de hierro.

Color y pátina: El bronce tiene un color cálido, marrón dorado, y desarrolla una pátina verdosa con el tiempo. El antimonio, sin embargo, tiende a tener una apariencia más apagada, grisácea, y puede estar pintado para imitar al bronce.

Prueba de sonido: Golpea ligeramente la escultura con un objeto metálico. El bronce produce un sonido claro y resonante, mientras que el antimonio da un sonido sordo.

Superficie y detalle: Las esculturas de bronce suelen tener detalles más finos y superficies más suaves. El antimonio, al ser más quebradizo, puede mostrar más imperfecciones en el moldeado y es propenso a astillarse.

Prueba de rayado: Raspa con cuidado un área oculta de la escultura. El bronce revelará un color amarillento, mientras que el antimonio mostrará una marca plateada o gris.

Corrosión: El antimonio se corroe más fácilmente que el bronce. Busca signos de corrosión blanca o gris, lo que indica que es antimonio. En contraste el bronce desarrolla su pátina con el tiempo la cual protege la superficie. No sufre corrosión salvo con agua salada o cuando sufre corrosión galvánica por entrar en contacto con otros metales. En este caso, el color del óxido del bronce será verdoso.

Examinación profesional: Si aún tienes dudas, considera consultar a un tasador profesional o a un anticuario que pueda examinar la escultura y encontrar pistas sobre su material.

La importancia de conocer los materiales

Hay muchas esculturas hermosas en los mercados de antigüedades, y la pieza que te llame la atención podría estar hecha de antimonio. No hay nada de malo en ello, pero al comprar una escultura, siempre revisa el material para asegurarte de que pagas un precio justo. Saber si una pieza es de bronce o de antimonio puede hacer una gran diferencia en su valor. Así que, la próxima vez que veas esa hermosa antigüedad, recuerda estos consejos y toma una decisión informada.


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