• Publicación de la entrada:marzo 16, 2025
  • Tiempo de lectura:8 minutos de lectura

¿Quién dijo que el arte no puede ser una aventura? En 32 Reales, creemos que el surrealismo es una invitación a soñar despierto, y hoy te contamos cómo dos genios –Dalí y Magritte– revolucionaron nuestra manera de ver el mundo.

El despertar surrealista

Desde pequeño, mi casa, decorada con el toque único de mis padres –pioneros anticuarios en Monterrey– estaba repleta de cuadros. Aun así, no fue hasta mis 12 años cuando me topé con Dalí. Los relojes blandos de La persistencia de la memoria me dejaron boquiabierto. Recuerdo cómo un libro de mediana calidad me presentó esa obra, y casi como en un flechazo romántico (sí, el amor a primera vista también se da en el arte), me atrapó con su enigmática mezcla de sombras, trazos y, por supuesto, ¡hormigas!

¿Qué nos decía Dalí?

Ese reloj “intacto” en medio del derretimiento simboliza el implacable paso del tiempo y la inevitable putrefacción, mientras los demás se disuelven en la memoria, trayendo consigo la magia de lo onírico. No es de extrañar que, años después, en el MoMA, tener la oportunidad de verlo en vivo fuera como reencontrarse con un viejo amor, aunque uno se sienta pequeño ante tanta genialidad.

La desintegración de la persistencia de la memoria - Salvador Dalí

Y por si fuera poco, en 1954 Dalí nos sorprendió nuevamente con La desintegración de la persistencia de la memoria, una obra de dimensiones casi idénticas, pero que para mí posee un encanto aún más profundo. ¿Acaso se trata de una evolución o de una nueva declaración de intenciones? ¡El debate sigue en cada pincelada!

Magritte: el sutil rival del surrealismo

Pero como en toda buena historia de amor (y desamor), llegó el momento de ampliar horizontes. Una anécdota curiosa: una profesora, cuyo nombre ahora se desvanece en la memoria, me lanzó la bomba surrealista y me recomendó a Magritte. Y vaya que funcionó. Su estilo, menos soñado pero igual de provocador, reinterpreta la realidad con un ingenio que desafía toda lógica. ¿Paisajes de día que también son de noche? ¿Escenas donde la realidad y los objetos se mezclan? Claro, pero su verdadera genialidad radica en cómo cuestiona lo visible y nos invita a ver más allá de la superficie.

Ambos artistas, cada uno a su manera, rompieron moldes: Dalí con su talento natural que convenció al mundo de su grandeza, y Magritte con su esfuerzo por mostrar una realidad reinventada. ¿Quién gana en un duelo de genios? La respuesta es tan difusa como la línea entre sueño y vigilia.

El legado

Para mí, el verdadero arte es aquel que, sin importar el tiempo, nos invita a volver a verlo. Tanto Dalí como Magritte han logrado eso: una belleza que se reinventa a lo largo de los años y que se convierte en parte de nuestra historia personal y colectiva. Y aunque mis gustos fluctúan entre los vibrantes colores de Dalí y los enigmas visuales de Magritte, lo cierto es que ambos siguen cautivando a generaciones.

Además, no podemos olvidar que estos dos gigantes fueron la puerta de entrada a un universo surrealista que incluye a nombres como Carrington, Varo, y hasta a artistas que mucho antes de que se acuñara el término, nos mostraron lo imposible. Así, el surrealismo se convierte en un viaje sin fin por la imaginación y la pasión por el arte.

¿Y tú, a quién prefieres?

Te invitamos a explorar, sentir y, sobre todo, cuestionar. Porque en el arte, como en el amor, lo importante es disfrutar del viaje, sin tener que elegir un ganador definitivo.


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