• Publicación de la entrada:septiembre 5, 2024
  • Tiempo de lectura:4 minutos de lectura

Hace casi 13 años, en diciembre de 2011, tuvimos una experiencia que nos dejó una lección inolvidable. Fue la venta de un gouache original del renombrado maestro Francisco Toledo, una obra valorada en 30 mil dólares. Un cliente regular nuestro, de alto estatus en uno de los municipios más exclusivos de Latinoamérica, al cual de aquí en adelante llamaremos ‘Simón’, se presentó en nuestra galería en una ocasión para ver las novedades que teníamos.

Francisco Toledo
FRANCISCO TOLEDO Gouache IGUANAS

La pieza en cuestión, que había sido expuesta en la Galería de Arte Oaxaca y en la de Alberto Misrachi en la Ciudad de México, capturó la atención de Don Simón inmediatamente. No se trataba de cualquier obra; era una pintura que rebosaba el estilo único de Toledo, con una firma prominente y una placa en el marco que confirmaba su autoría. Sin pensarlo mucho, Simón decidió llevársela a su hogar, orgulloso de haber adquirido una pieza tan prestigiosa.

Francisco Toledo

Pero, como suele suceder, la historia no terminó ahí. El lunes siguiente, Simón regresó a la galería, esta vez con la obra en sus manos y un rostro que reflejaba una mezcla de desconcierto y sorpresa. Nos contó que, durante el fin de semana, la obra había sido motivo de escándalo entre sus amistades. Resulta que el cuadro, que él había considerado como una joya para exhibir, mostraba dos iguanas en una escena homoerótica, un detalle que no había notado en su prisa por adquirir esta firma tan exclusiva.

La obra de Francisco Toledo es conocida por su riqueza temática, incluyendo temas sexuales y controversiales que son parte esencial de su genialidad. Sin embargo, este incidente con el Sr. Simón nos recordó cómo a veces las personas se dejan llevar más por la marca que por el contenido, buscando impresionar sin realmente apreciar lo que tienen frente a ellos.

Al final, el Sr. Simón recibió su reembolso, y la obra fue vendida meses después a un coleccionista que sí se tomó el tiempo de disfrutarla y comprenderla en toda su complejidad. Este episodio nos dejó una lección valiosa: en el arte, al igual que en la vida, lo que realmente importa es lo que te conmueve y te hace sentir, no necesariamente lo que tiene el precio más alto o el nombre más sonoro.

Así que, la próxima vez que busques comprar algo para tu colección, pregúntate: ¿estás buscando impresionar a otros o disfrutar realmente de lo que tienes frente a ti?


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