Su Impacto Va Más Allá de la Piedra
El mundo del arte y la escultura se viste de luto con la partida del escultor regiomontano Jorge Elizondo, quien falleció el 11 de agosto de 2023 a los 69 años de edad. Con una trayectoria artística que abarcó más de cuatro décadas, Elizondo dejó una huella imborrable en el mundo del arte, especialmente en el ámbito de la escultura monumental.
Nacido el 15 de octubre de 1953, Jorge Elizondo no solo compartía su fecha de nacimiento con el vibrante espíritu del otoño, sino también con su pasión por crear. Conocido por trabajar con una amplia gama de materiales, desde aceros y canteras hasta mármoles y plásticos, Elizondo llevó a cabo una exploración profunda y existencial de su arte. Para él, el proceso creativo iba más allá de lo estético; se trataba de comunicar mensajes sutiles que emanaban de los materiales mismos.
A través de más de cuatro décadas de tallar piedra, Jorge Elizondo desarrolló un estilo inconfundible. Su obra trasciende las dimensiones físicas y se adentra en el mundo de lo espiritual, donde las formas emergen como un diálogo entre la fuerza, la sensualidad y el espíritu humano. Un apasionado tallista y herrero, Elizondo tenía una conexión visceral con los materiales, pasando horas escudriñando texturas y colores, oliendo y escuchando cada uno de ellos.
Su obra, marcada por una temática identificable y un fuerte apego a los materiales locales, dejó una profunda huella en el paisaje urbano y cultural de Monterrey. Obras monumentales como “La nube”, instalada cerca del Río Santa Catarina, o “Entropía” en la UDEM, se convirtieron en símbolos de la ciudad. Su legado también se extendió a espacios educativos y corporativos, como el Tec de Monterrey y edificios como KOI, Frisa y más.
Jorge Elizondo no era solo un escultor talentoso, sino también un soñador incansable que veía el arte como una expresión de la vida misma. Siempre comprometido con compartir su conocimiento, fue maestro de arte en la UDEM durante muchos años, inspirando a una nueva generación de artistas a explorar y crear.
Su paso por este mundo deja un profundo vacío en la escena artística, pero su legado permanecerá vivo a través de las obras que esculpió con pasión y dedicación. Aunque se ha apagado la llama física de Jorge Elizondo, su arte continuará iluminando la mente y el espíritu de quienes lo apreciaron y de las generaciones futuras que explorarán sus obras con admiración y respeto.
En sus propias palabras, “No me queda tiempo para pensar en cosas relacionadas con la posteridad, pero me gusta pensar que las obras estarán después de mí”. Ahora, su obra sigue siendo su voz, hablando a través del tiempo y el espacio, recordándonos su indomable espíritu creativo y su amor por la escultura.