Alejandro Santiago
Alejandro Santiago

Alejandro Santiago
México
(1964)

Alejandro Santiago Ramírez fue un artista excepcional que, a través de su obra, dio voz a los marginados y visibilizó la compleja realidad de la migración. Su talento, compromiso social y sensibilidad lo convirtieron en una figura fundamental del arte mexicano contemporáneo.

Nació el 22 de abril de 1964 en Teococuilco de Marcos Pérez, un pequeño pueblo en la sierra norte zapoteca de Oaxaca, México. Desde temprana edad, se vio rodeado por la rica cultura y tradiciones de su región, las cuales sin duda influirían profundamente en su desarrollo artístico. A los nueve años, se mudó junto con su familia a la ciudad de Oaxaca, buscando mejores oportunidades de educación y trabajo.

En la ciudad de Oaxaca, Alejandro Santiago descubrió su pasión por el arte. Ingresó a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, donde se formó como pintor y escultor. También estudió en el Centro de Educación Artística y fue uno de los primeros graduados del taller de Artes Plásticas Rufino Tamayo. Durante sus estudios, tuvo la oportunidad de aprender de maestros reconocidos como Rodolfo Nieto y Francisco Toledo, quienes lo guiaron en su exploración de diferentes técnicas y estilos artísticos.

Tras graduarse, Alejandro Santiago comenzó a desarrollar su propia voz artística, caracterizada por un profundo compromiso social y una sensibilidad hacia los temas que afectaban a su comunidad. Su obra se enfocó principalmente en la escultura, aunque también realizó importantes trabajos en pintura y grabado. A lo largo de su carrera, continuó su formación y producción en distintos lugares de Europa y Estados Unidos.

Después de una década dedicada a su arte en el extranjero, Alejandro Santiago regresó a su ciudad natal, Oaxaca. Impactado por la escasez de personas en su pueblo, se propuso honrar a los que habían partido y “repoblar” su empobrecida comunidad. Durante seis años, a partir de 2002, Santiago llevó a cabo su visión de una instalación monumental que simboliza a los migrantes que dejaron la vida rural en México en busca de empleo y mejores oportunidades de vida en los Estados Unidos. Sin duda, su obra más reconocida es el grupo de esculturas “2501 Migrantes” realizadas con la ayuda de una beca de la Fundación Rockefeller y un equipo de más de 30 artesanos. Esta imponente instalación, compuesta por 2501 figuras de barro de tamaño natural, fusionan características del arte prehispánico y moderno, siendo cada una única pero manteniendo una esencia de anonimato. Las obras fueron realizadas entre 2002 y 2008, y se ha convertido en un ícono del arte mexicano contemporáneo, exponiéndose en importantes museos y galerías alrededor del mundo.

Utilizando la arcilla restante de “2501 Migrantes”, Santiago lanzó un segundo proyecto que representa familias de migrantes. Cada grupo muestra a un miembro dirigiéndose hacia el norte mientras reflexionan sobre lo que han dejado atrás. En el Museo Rufino Tamayo en Oaxaca, el patio central exhibe una parte de “Familias Migrantes”, con algunos de los originales “2501 Migrantes” observando desde arriba.

Además de los migrantes, Alejandro Santiago creó otras obras significativas como “La última cena”, “El éxodo” y “Hijos de la tierra”. Su trabajo se caracterizó por la utilización de materiales como el barro, la madera y el metal, y por la incorporación de elementos simbólicos que reflejaban su visión sobre la realidad social y cultural de México.

A lo largo de su carrera, Alejandro Santiago recibió numerosos reconocimientos por su trabajo artístico, incluyendo el Premio Nacional de la Juventud en 1994 y el Premio Bienal de Escultura de Monterrey en 2001. Su obra ha sido expuesta en importantes museos y galerías de México y el extranjero, y ha sido elogiada por la crítica por su profundidad, sensibilidad y compromiso social.

Lamentablemente, Alejandro Santiago falleció de un ataque al corazón el 22 de julio de 2013 en Oaxaca, a la corta edad de 49 años. Su muerte dejó un gran vacío en el mundo del arte mexicano, pero su legado continúa vivo a través de su obra, la cual sigue inspirando y conmoviendo a personas alrededor del mundo. Le sobreviven su esposa Zoila López, su hijo Lucio Santiago y su hija Alejandra Santiago.

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