Antonio Fabrés
Barcelona, España
(1854 – 1938)
Antonio María Fabrés y Costa fue un artista catalán de gran talento que dejó un legado duradero en el mundo del arte. Su obra, caracterizada por su estilo orientalista y su realismo, continúa siendo admirada por su valor artístico e histórico.
Conocido en su lengua natal como Antoni Fabrés, nació en Gràcia, Barcelona, el 27 de junio de 1854. Mostró una gran habilidad artística desde jóven, talento que fue cultivado bajo la tutela de su padre, Cayetano Fabrés, quien era profesor de dibujo.
Estudió en la Escuela de La Lonja de Barcelona. En 1875, fue pensionado a Roma, donde comenzó a cultivar la acuarela bajo la influencia de Mariano Fortuny. Con esta técnica, alcanzó rápidamente éxito haciendo ilustraciones preciosistas para libros y revistas. Fabrés y Costa desarrolló una prolífica carrera artística que abarcó la escultura y la pintura. Su obra se caracterizó por un estilo orientalista, profundamente influenciado por el maestro Fortuny.
A lo largo de su vida, Fabrés y Costa viajó y residió en diversos lugares, lo que enriqueció aún más su visión artística. Pasó un tiempo considerable en México, donde realizó obras que reflejaban la cultura y las tradiciones del país. También vivió París y Roma, durante un período prolongado, donde se sumergió en el ambiente artístico de las ciudades y estableció estrechos vínculos con otros artistas. Durante buena parte de su vida gozó de un importante éxito. Pintó el retrato del papa Benedicto XV, fue contratado por la casa real italiana y tuvo como alumnos a los mexicanos Diego Rivera y José Clemente Orozco.
En 1926, durante la dictadura de Primo de Rivera, Fabrés donó una colección de 225 obras a la Junta de Museos de Catalunya. A cambio, el Ayuntamiento de Barcelona se comprometió a otorgarle una pensión vitalicia. Sin embargo, Joaquim Folch i Torres, quien dirigía la Junta de Museos de Catalunya en ese momento, aceptó la donación sin conocer el contenido del conjunto legado. Además, Folch i Torres decidió dedicar el Salón de la Reina Regente para la exposición permanente de las obras de Fabrés. Esta decisión provocó un fuerte rechazo en los ambientes artísticos de la ciudad, que consideraban a otros artistas más merecedores de tal privilegio. Un malentendido crucial fue que se creía erróneamente que Fabrés había puesto la exposición permanente del conjunto como condición para la donación. Este malentendido ha perdurado durante mucho tiempo. Estos factores contribuyeron a que lo que parecía el inicio de un futuro destinado al éxito, se convirtiera en una auténtica pesadilla para Fabrés.
El ostracismo radical que sufrió al final de su vida, le llevaría a un estado cercano a la locura. Sin embargo, a pesar de las dificultades, la obra de Fabrés ha sido reconocida por su versatilidad multifascética. Su trabajo ha sido expuesto en todo el mundo y permanece en colecciones permanentes importantes como la del Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), mostrando su capacidad para pasar del orientalismo a un realismo social de mirada crítica o al retrato menos convencional
Antonio María Fabrés y Costa falleció en Roma en 1938. Es considerado uno de los artistas catalanes más importantes del siglo XIX y principios del XX. La obra de Fabrés y Costa ejerció una notable influencia en la generación posterior de artistas catalanes, especialmente en aquellos que se dedicaron al orientalismo. Su estilo realista y su capacidad para capturar la esencia de la vida cotidiana inspiraron a muchos artistas a explorar temas similares en sus propias obras.