Paula Santiago
Guadalajara, Jalisco, México
(1969)
“Sin ostentación Paula Santiago ofrece su propia sangre, su magia sustentadora, no para alimentar al Sol ni a la Tierra, sino para convencerse a sí misma mediante el sacrificio de que la vida existe.”
– Raquel Tibol
Nacida y radicada en Guadalajara, México, es una artista cuyo viaje creativo ha sido tan inquietante como fascinante. Su carrera artística comenzó en la intersección de la frustración y la búsqueda constante de expresión. Aunque su camino se vio obstaculizado por varios comienzos falsos, eventualmente encontraría su voz única en un proceso que abrazó la autenticidad, la transformación y la femineidad.
Después de explorar campos como el Diseño Industrial y la pintura, Santiago dejó atrás sus estudios en México para emprender un viaje que cambiaría su rumbo. París y Londres se convirtieron en su aula, donde estudió literatura e historia del arte en la Sorbona. Fue en Londres donde su vida se entrelazó con la del artista nicaragüense Armando Morales, en cuyo estudio trabajó, absorbiendo influencias y aprendiendo técnicas.
Un punto crucial en la carrera de Santiago ocurrió en 1996, cuando recibió una beca de la Fundación ArtPace de Arte Contemporáneo en San Antonio, Texas. Esta oportunidad marcó un punto de inflexión en su enfoque artístico, llevándola de regreso a los materiales que había visto usar a sus familiares durante su infancia. La aguja y el hilo reemplazaron al pincel y al lienzo, y la experimentación con textiles comenzó a definir su obra madura.
Su primera exposición individual en la Galería Iturralde presentó una colección de prendas de vestir bordadas y manchadas con una sustancia que llegaría a definir y redefinir su obra: la sangre. Desde su tiempo en Texas y durante muchos años después, Santiago cosechó su propia sangre para teñir la superficie de sus dibujos en papel de arroz. A menudo, bordaba el papel, sustituyendo el hilo de bordar tradicional por cabello humano. El impacto emocional de estos materiales viscerales es innegable.
Sin embargo, los años de cosechar su propia sangre llegaron a un abrupto final cuando le diagnosticaron cáncer de piel. La enfermedad provocó un gran cambio en los materiales y emociones de su trabajo. En lugar de oscuridad y ausencia, la curación y la reparación se hicieron evidentes. Los dibujos antes teñidos con la sangre de Santiago fueron retrabajados, cubriendo las superficies manchadas con un cera translúcida que protégé sin ocultar los materiales subyacentes. Muchas de estas obras fueron cortadas en tiras y reensambladas en las formas parcialmente tejidas y cubiertas de cera que se exhibieron en su segunda exposición individual, “Septum”.
Los tejidos de tiras se combinan con formas orgánicas que evocan huesos y cavidades internas, sugiriendo pero sin llegar a parecerse a formas humanas figurativas. Gran parte de su trabajo en “Septum”, al igual que el que lo precede, dialoga con los conceptos teóricos desarrollados por el Feminismo Francés en las últimas tres décadas. Partiendo del cuerpo físico, el Feminismo Francés concibe el cuerpo femenino como un “recipiente permeable”, una noción capturada en el concepto de la “economía placentaria” de Luce Irigaray. La cosecha intencionada y la posterior cobertura de fluidos corporales por parte de Santiago crean un sistema de intercambio, de dar y recibir, como en el intercambio de fluidos entre madre e hijo.
La noción de un límite no especificado que no puede o no funciona de una sola manera se refleja en las formas cubiertas de cera de Santiago. Surgidas primero de las manchas de fluido demandadas por su trabajo anterior, estas transformaciones encarnan un intercambio. Mientras que la cera protégé las manchas de fluido, no hace ningún esfuerzo por ocultar su presencia, actuando en cambio como una capa protectora de piel que llama la atención sobre las sustancias bajo la superficie.
El proceso de dividir el papel de arroz en tiras y tejerlas juntas sepulta las manchas en el tejido de la nueva obra. El amalgama de estos productos y las formas adicionales cubiertas de cera acercan al espectador a lo corpóreo y, en última instancia, al significado elusivo detrás de las formas semejantes a huesos y orificios de Santiago. Además, los pasajes tejidos en estas obras hacen eco de la tradición anterior del bordado a la que Santiago recurrió en busca de su propia expresión. Ha logrado crear una “economía placentaria” entre los procesos conocidos de coser y tejer y el mundo desconocido que la artista y estas obras ahora habitan.
En palabras de Irigaray: “Habría que escuchar con otro oído, como si se estuviera oyendo un ‘otro sentido’ siempre en proceso de tejerse, de abrazarse con las palabras, pero también de desprenderse de las palabras para no quedar fijado, congelado en ellas”. El flujo constante entre lo familiar y lo desconocido es el nuevo mundo desde el cual habla Santiago.
El acto de tomar aguja e hilo podría estar incrustado en el subconsciente, condicionado por los milenios en los que hombres y mujeres han encontrado expresión personal y productiva a través del hilo y la tela. Al celebrar este hecho, Santiago ha llegado a sus propias conclusiones y ahora habla con una voz innegablemente suya. Su arte trasciende lo convencional, desafiando las barreras y explorando los rincones internos de la feminidad y la transformación. Con cada obra, Paula Santiago teje un legado de audacia artística y empoderamiento femenino que perdurará en la historia del arte.