

Tiburcio Ortiz
Santa Catalina Chinango, Oaxaca, México
(1945)
Destacado escultor mexicano cuya obra refleja una profunda conexión con las raíces culturales de su tierra natal, combinando elementos tradicionales y contemporáneos. Reconocido tanto en México como en el extranjero por su dedicación a la escultura en piedra y por su compromiso con la preservación y promoción de las culturas prehispánicas. Su legado incluye una impresionante colección de esculturas que representan mitos y leyendas mixtecas, olmecas, teotihuacanas, náhuatl y mayas.
Tiburcio Ortiz nació en 1945 en Santa Catalina Chinango, un pequeño pueblo en el estado de Oaxaca. Desde niño, Ortiz mostró un interés por las artes plásticas, inspirado por su padre, un seminarista con un gran gusto pore el dibujo, y por un tío que también era artista. Sus primeras incursiones en el mundo del arte comenzaron en el taller de escultura religiosa de Rafael López en Huajuapan de León, donde trabajaba con yeso. A los 21 años, Ortiz decidió mudarse a la Ciudad de México para continuar sus estudios en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) de la UNAM. Durante su tiempo en la ENAP, estudió escultura bajo la tutela de maestros como Manuel Silva Guerrero, Alberto de la Vega y Elizabeth Catlett, quienes fueron fundamentales en su formación artística.
Su primera exposición individual fue “Esculturas y proyectos” en 1973 en la Galería José María Velasco del INBA. A lo largo de su carrera, Ortiz ha creado obras emblemáticas como “Monumento al indígena” donación para la ciudad de Oaxaca, “Guerrero jaguar de la noche” para el Museo al Aire Libre de Utsukushi ga Hara, en Tokio y “Busto del antropólogo Antonio Caso” para el Instituto Nacional Indigenista. Su obra es conocida por la meticulosa técnica de talla en piedra, un arte que, según él, “ya nadie quiere hacer por el tiempo requerido, el costo y el material”. Ortiz utiliza principalmente piedra recinto negro y trabaja cada pieza con cincel, asegurándose de que cada escultura tenga un significado profundo.
Ortiz ha sido galardonado con varios premios, incluyendo el Premio Rodín de escultura en Japón en 1990. Ha tenido exposiciones importantes en diversas sedes, incluyendo la Galería Chapultepec en la Ciudad de México, la Ivy Gallery en Los Ángeles, California, y el Museo Regional de Tepic en Nayarit. Entre sus exposiciones individuales se cuentan “Bronces” (1980), “Dibujos” (1992), “Esculturas, pintura, gráfica y dibujo” (1995), y “Na-Ii Yuu Ka-Ah: gente de piedra que habla” (2002), en el Instituto Mora en la Ciudad de México. Su obra forma parte de colecciones importantes y museos, como el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca y el Museo de Arte Moderno en la Ciudad de México.
En entrevistas, Ortiz ha comentado sobre su inspiración y proceso creativo, destacando la importancia de las raíces culturales y la simplicidad en sus formas. Según una entrevista con La Jornada, Ortiz menciona que “todos los elementos en mi mano en cuestiones de técnica, composición y temas… Es importante que digan algo”.
Tiburcio Ortiz vive en Oaxaca, México, donde continúa trabajando y participando en exposiciones, manteniendo su compromiso con la escultura y la enseñanza de las artes plásticas.